Monday, March 16, 2009

OCULTAMIENTO COMO SIGNO DE ALGO OSCURO.

Hoy en día, en familia deliberamos sobre nuestra incapacidad para detectar a tiempo la situación de Josefa. ¿Cómo respetar las decisiones tomadas por Josefa bajo situaciones desventajosas? ¿Cómo intervenir en la vida de Josefa sin inmiscuirse en sus decisiones como persona adulta? La familia siempre respetó las decisiones tomadas por Josefa. Jamás sospecharíamos que la misionera de las Iglesias Evangélicas Libres de America, Verla Peterson, tomaría algún tipo de decisión inconsulta con relación a Josefa que pusiera en riesgo su seguridad social, protección, estabilidad física y emocional de su fiel sierva. De haber sido tomados en cuenta, nosotros hubiéramos resuelto mucho tiempo atrás, con la alegría y el amor que le tenemos, el soporte económico y una apropiada atención médica para ella.

La familia directa de Josefa, no obstante vivir fuera de Venezuela, mantiene relación permanente con su país por razones de amistad y negocios, cuanto mas hubiéramos podido hacer por amor a Josefa. Cuanto dolor y daño se hubiera evitado si hubiese existido honestidad de parte de Verla Peterson, en cuanto a la estabilidad de Josefa. Con muchos años de anticipación, la hubiésemos incluido a plenitud dentro de lo que siempre tuvimos para ella, lo que siempre le perteneció pero que nunca le fue permitido disfrutar. El egoísmo y las ansias de aprovechar al máximo los servicios de un ser humano, privaron sobre los derechos humanos fundamentales de Josefa Ramírez Muñoz.

Es perfectamente entendible ahora para nosotros y para muchos amigos de Josefa, que no podía haber claridad donde había mala intención, deshonestidad e injusticia. Las intenciones no podíamos conocerlas entonces, pero ahora los hechos están a la vista y no requieren mayor análisis. Ahora, es evidente que el afán de lucro tuvo resultados temporales, cuando el modesto patrimonio inmobiliario que construyó Josefa conjuntamente con Verla Peterson durante décadas, está ahora en manos de quién no lo produjo. Y lo más importante, el grosero y descarado uso de la vida de una persona como quien usa un objeto, y después de usarlo lo arroja al basurero. El acecho era latente, sólo era cuestión de tiempo, y en diciembre del 2007, a sus 85 años de edad, Josefa sufrió una caída en su casa. Inmediatamente fue llevada al hospital, donde fue diagnosticada con fractura de cadera quedando hospitalizada. La misionera Elizabet Camero de Artigas, quien hasta ese momento para Josefa y para todos nosotros tenía la condición de inquilina, realizó una llamada telefónica a una de las sobrinas de Josefa en los Estados Unidos, para informarle del estado de Josefa. En esa ocasión, Elizabet Camero de Artigas, quién ya había negociado con Verla Peterson un paquete inmobiliario incluyendo a Josefa en él, solicitó urgentemente ayuda monetaria para costear un instrumento requerido para la cirugía que le seria practicada a Josefa. Después de enviado el dinero, fuimos informados que la operación quirúrgica no fue realizada. En ese momento intuimos que el dinero aportado seria utilizado a otros fines, por supuesto para Josefa.